Devenir
Al prisma
en la incandescente noche.
A la
rotación del cosmos
en el
piélago sin vientos.
Hacia las
cosas,
sin ellas.
En
movimiento, con dirección aturdida
por el
destemplado reclamo de los ojos vacíos,
apoderados
de la muerte
para no
vencerla nunca.
Pretendiendo
olvidar
las
costras heladas.
En el día
sin nombre:
el que se
vive.