Cartas a mí mismo
de Fernando Iturrieta
Una nueva carta del niño. Sin número.
Juega a ser luz la noche
Un cielo tranquilo y oscuro que envuelve y completa. No
necesito más que esas estrellas, las que siempre aparecen a mis ojos para
serenarlos.
No tengo más cansancio que el de la hora. No hay más luz en
la casa que este resplandor mínimo de un aire entrecortado y que aligera el
perfume de los árboles, mojones de azahar ataviados de negror.
Quizás porque no espero, no adivino, ni sé, aparece de a una
la chispa de cada luciérnaga sobrevolando el fondo del jardín en la sombra
profunda.
Juegan a devenir en soles infinitesimales, ensayan a ser luz en la noche y pierdo
rápidamente la cuenta, son cada vez más, una multitud de lamparitas del aire, invaden,
parpadean, saltan con su luminiscencia chiquita y silenciosa.
Llenan mi vista de parpadeos impensados, sorpresa, maravilla
de la noche que colman, seres minúsculos que agigantan mi asombro.
No hay temor en la noche, nada supera esta armonía del juego
imprevisto de los bichitos de luz, casi desaforado y perfecto.
Necesito contártelo, ¿te llega? Eso soy yo, construido en la
sorpresa. Ahí me tenés, con los sentidos puestos en la enormidad transitoria
que es lo único que sabré hacer perdurar.
...continuará