sábado, 9 de agosto de 2014

Cartas a mí mismo
                                                          de Fernando Iturrieta

Una nueva carta del niño. Sin número.
Juega a ser luz la noche


Un cielo tranquilo y oscuro que envuelve y completa. No necesito más que esas estrellas, las que siempre aparecen a mis ojos para serenarlos.
No tengo más cansancio que el de la hora. No hay más luz en la casa que este resplandor mínimo de un aire entrecortado y que aligera el perfume de los árboles, mojones de azahar ataviados de negror.
Quizás porque no espero, no adivino, ni sé, aparece de a una la chispa de cada luciérnaga sobrevolando el fondo del jardín en la sombra profunda.
Juegan a devenir en soles infinitesimales, ensayan a ser luz en la noche y pierdo rápidamente la cuenta, son cada vez más, una multitud de lamparitas del aire, invaden, parpadean, saltan con su luminiscencia chiquita y silenciosa.
Llenan mi vista de parpadeos impensados, sorpresa, maravilla de la noche que colman, seres minúsculos que agigantan mi asombro.
No hay temor en la noche, nada supera esta armonía del juego imprevisto de los bichitos de luz, casi desaforado y perfecto.

Necesito contártelo, ¿te llega? Eso soy yo, construido en la sorpresa. Ahí me tenés, con los sentidos puestos en la enormidad transitoria que es lo único que sabré hacer perdurar.

 
...continuará