Cartas a mí mismo
por Fernando Iturrieta
Carta al niño 2
Hablame, hablame, niño.
Suena a una melodía extraña, a un llamado
patético, imperioso, pero débil, desesperado. Es buscar en lo que parece no
encontrarse.
Hablame.
O quizás para hablarme necesites que hable yo
primero. Que te cuente qué de vos queda en mí, qué retazos de tu noche están en
la manta de mis sueños.
Será que debo ganarme tu confianza, que no te
resulte tan extraño este que te enfrenta o te escribe o más bien te habla en
letras, aquello que viene pronunciando como puede desde adentro.
Suena muy abstracto si lo que te digo no está
dotado de historia, de algo de mi vida que pueda poner delante de vos y que me
respondas.
El barco en que soñaba en el fondo del jardín o
más bien la cubierta despreocupada de mar que aparecía en el sueño diurno bajo
el paraíso del fondo de nuestro jardín. Ese era el espacio en el que iba a
trasladarme o quedarme en un movimiento hacia un infinito de belleza soleada y
perfumada por el propio aire.
...continuará