sábado, 19 de julio de 2014

Cartas a mí mismo
                                                                                                          por Fernando Iturrieta
Carta al niño 2
Hablame, hablame, niño.
Suena a una melodía extraña, a un llamado patético, imperioso, pero débil, desesperado. Es buscar en lo que parece no encontrarse.
Hablame.
O quizás para hablarme necesites que hable yo primero. Que te cuente qué de vos queda en mí, qué retazos de tu noche están en la manta de mis sueños.
Será que debo ganarme tu confianza, que no te resulte tan extraño este que te enfrenta o te escribe o más bien te habla en letras, aquello que viene pronunciando como puede desde adentro.
Suena muy abstracto si lo que te digo no está dotado de historia, de algo de mi vida que pueda poner delante de vos y que me respondas.
El barco en que soñaba en el fondo del jardín o más bien la cubierta despreocupada de mar que aparecía en el sueño diurno bajo el paraíso del fondo de nuestro jardín. Ese era el espacio en el que iba a trasladarme o quedarme en un movimiento hacia un infinito de belleza soleada y perfumada por el propio aire.

 ...continuará